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jueves, 19 de enero de 2017

Un grupo de católicos lanza 'Efecto Acogida', para exigir soluciones al drama de los refugiados

(Publicado en ALFA Y OMEGA)

El pasado domingo por la noche en ese areópago que es Twitter la frase #AcogidaYa desbancaba nada menos que al partido de fútbol entre el Sevilla y el Real Madrid y se situaba como primer tema de conversación en esa red social. Se acababa el día en que la Iglesia había celebrado la Jornada Mundial de las Migraciones y un grupo de católicos de distintas procedencias y sensibilidades quería hacer llegar a la Iglesia y a la sociedad su reflexión sobre la realidad que viven en todo el mundo los migrantes y refugiados.

Era el punto de partida de la iniciativa llamada Efecto Acogida, que «no tiene otra pretensión que llamar a las conciencia de todos los hombre y mujeres de buena voluntad, creyentes y no creyentes… y llamar a la implicación en las movilizaciones que distintas organizaciones y entidades de la sociedad civil están realizando de cara a presionar a los gobiernos».

A última hora de la tarde del martes se terminó de redactar un documento, que ahora se hace público para sumar adhesiones. En él, se recogen una serie de medidas, que plantean, como exigencias, a los distintos actores. Piden atención humanitaria urgente a migrantes y refugiados a las puertas de Europa; evacuación y corredores seguros para personas que huyen de las guerras; implantación de nuevos lugares de acogida que respeten los derechos de las personas; leyes justas que apoyen la unidad familiar y respeten al menor; cooperación de gobiernos y Unión Europea con organizaciones que trabajan sobre el terreno; establecer la libre circulación de personas; el reconocimiento de los migrantes y desplazados por razones de hambre y económicas bajo el estatus de refugiados; la creación de un fondo mundial que permita una intervención inmediata ante situaciones de riesgo; eliminar la deuda externa con países empobrecidos; y construir un nuevo orden económico internacional basado en el diálogo, la cooperación y la solidaridad.

Puede adherirse al documento pinchando AQUÍ.

domingo, 15 de enero de 2017

"Atención a los niños migrantes"

Al comienzo del nuevo año, celebramos la Jornada Mundial del emigrante y del refugiado con el lema “Menores migrantes vulnerables y sin voz. Reto y esperanza”. Nos recuerda la dura realidad que viven tantos hermanos nuestros, especialmente los más vulnerables entre ellos, los niños. En su mensaje el papa Francisco nos invita a fijar nuestra mirada en los niños migrantes porque «son quienes más sufren las graves consecuencias de la emigración, casi siempre causada por la violencia, la miseria y las condiciones ambientales, factores a los que hay que añadir la globalización en sus aspectos negativos».

El Papa nos recuerda las palabras del Señor: «El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado» (Mc 9,37). Son palabras que apasionan y, a la vez, comprometen; palabras que trazan un camino que conduce a Dios, partiendo de los más pequeños y pasando por el Salvador. Y, para que este itinerario se concrete, se precisa nuestra acogida. Al hacerse Dios un niño entre nosotros, nuestra apertura a la fe requiere la cercanía afectuosa hacia los más pequeños y débiles. La fe, la esperanza y la caridad están involucradas en las obras de misericordia que hemos acentuado en el Año jubilar.

Hoy, lo sabemos bien, la emigración no es un fenómeno limitado a algunas zonas del planeta, sino que afecta a todos los continentes y adquiere cada vez más la dimensión dramática de una cuestión mundial. No se trata sólo de personas en busca de un trabajo digno o de condiciones de vida mejor, sino también de hombres y mujeres, ancianos y niños que se ven obligados a abandonar sus casas con la esperanza de salvar su vida y encontrar en otros lugares paz y seguridad. La carrera desenfrenada de algunas personas hacia un enriquecimiento rápido y fácil lleva consigo el aumento de plagas monstruosas como el tráfico de niños, la explotación y el abuso de menores y, en general, la privación de los derechos propios de la niñez, sancionados por la Convención Internacional sobre los Derechos de la Infancia.

¿Cómo responder a esta realidad? En primer lugar, siendo conscientes de que la emigración no está separada de la historia de la salvación, es más, forma parte de ella. Este fenómeno es un signo de los tiempos, que se ha repetido frecuentemente en la historia y en la comunidad humana, y en el que es posible descubrir la acción providencial de Dios con vistas a la comunión universal.
En segundo lugar está nuestro compromiso que nos centra en la protección, la integración y en soluciones estables, ya que «estos chicos y chicas terminan con frecuencia en la calle, abandonados a sí mismos y víctimas de explotadores sin escrúpulos que, más de una vez, los transforman en objeto de violencia física, moral y sexual» (Benedicto XVI, 2008). La línea divisoria entre la emigración y el tráfico de personas puede ser en ocasiones muy sutil, asegura el Papa.

Queridos diocesanos, sintamos en esta Jornada una llamada a estar atentos a este fenómeno, que forma parte de las nuevas esclavitudes; ofrezcamos los recursos humanos  y materiales que respondan  a este  desafío, especialmente doloroso,  por  afectar a los más desvalidos y necesitados de protección  y ayuda. Tarea que encomendamos a la Bienaventurada Virgen María, que emigró a Egipto con su esposo san José, para salvar al Niño Dios de la persecución de Herodes.

Con mi bendición y afecto,

+ Jesús, Obispo de Ávila

lunes, 20 de junio de 2016

miércoles, 9 de marzo de 2016

La Conferencia Episcopal manifiesta su dolor por la decisión de la UE acerca de los refugiados

Los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones ante el acuerdo alcanzado ayer en Bruselas entre la Unión Europea y Turquía para devolver a este último país a todos los refugiados que últimamente han llegado a Europa desde las costas del Egeo, manifiesta su inmenso dolor ante esta y todas las ultimas tragedias humanitarias que afectan a emigrantes y refugiados. Nos olvidamos que “detrás de estos flujos migratorios, en continuo aumento, está siempre la inhumanidad de un sistema económico injusto en que prevalece el lucro sobre la dignidad de la persona y el bien común; O la violencia y la ruina que genera la guerra, la persecución o el hambre”. Tal y como manifestamos ante la Jornada Mundial de Migraciones del pasado 17 de Enero de 2016

Queremos unir nuestra voz de pastores de la Iglesia a la de las organizaciones eclesiales que trabajan con inmigrantes y refugiados, que han hecho oir su voz en defensa de los derechos de estas personas desvalidas que reclaman con justicia nuestra solidaridad…” Celebramos asimismo como también escribíamos entonces que “ el trabajo, la reflexión y la toma de posturas en común, que se viene realizando entre las diversas organizaciones eclesiales que trabajan con especial preferencia en el campo socio-caritativo, ha sido un signo elocuente de fraternidad y de comunión eclesial”. Y tal y como los obispos señalábamos en el citado mensaje, “mantener un discurso común contribuirá más eficazmente a haceros oír, a sensibilizar a nuestra comunidades en la defensa de los derechos de refugiados e inmigrantes y a avanzar en el cultivo de la cultura de la acogida e integración de estos hermanos”.

Y en este mismo sentido desearíamos para toda Europa proyectos como los que alabó el Santo Padre en el ángelus del pasado 5 de marzo: “Como signo concreto de compromiso por la paz y la vida quisiera citar y expresar admiración por la iniciativa de los pasillos humanitarios para los refugiados, iniciada recientemente en Italia. Este proyecto piloto, que une la solidaridad y la seguridad, consiente ayudar a personas que huyen de la guerra y de la violencia, como los cien de refugiados ya trasladados en Italia, entre los cuales niños enfermos, personas discapacitadas, viudas de guerra con hijos y ancianos. Me alegro también porque esta iniciativa es ecuménica, siendo sostenida por la Comunidad de San Egidio, Federaciones de las Iglesias Evangélicas Italianas, Iglesias Valdenses y Metodistas”.

Los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones
Madrid 8 de marzo de 2016

martes, 8 de marzo de 2016

La Iglesia rechaza el acuerdo entre la UE y Turquía para expulsar a los refugiados

Las entidades de acción social de la Iglesia que trabajan con refugiados y migrantes -Cáritas, CONFER, el Sector Social de la Compañía de Jesús y Justicia y Paz- expresan su consternación y su más absoluto rechazo ante el acuerdo alcanzado ayer en Bruselas entre la Unión Europea y Turquía que permitirá devolver a territorio turco a todos los refugiados que en los últimos meses han llegado a Europa desde las costas del Egeo.

Estas entidades quieren denunciar un acuerdo inédito, que supone un giro radical en la política migratoria y un serio retroceso en materia de derechos humanos. De hecho, la Unión Europea ha decidido comprar, con el desembolso de una partida extraordinaria de 3.000 millones de euros adicionales al Gobierno de Ankara y otras contrapartidas, la contención de los refugiados fuera de las fronteras comunitarias y permitir la devolución -incluso colectiva- a Turquía de todas las personas refugiadas que llegan a la Unión.

Con ello, la imagen de una Europa de los mercaderes vuelve a emerger como escandaloso colofón a la larga serie de acciones caóticas, confusas y represivas que en los últimos meses vienen adoptándose contra los refugiados en la Frontera Este.

El acuerdo adoptado con Turquía viola los convenios internacionales y europeos ratificados por los Estados miembros que prohíben expresamente la devolución de personas que son objeto de persecución o víctimas de guerra. Es, por tanto, inaplicable. Además, supondrá un incremento mayor si cabe del inmenso saldo de sufrimiento, dolor y muerte por parte de quienes siguen arriesgando cada día sus vidas mientras buscan bienestar, seguridad y protección a las puertas de Europa.

Pedimos a los Estados miembros que defiendan la Convención de Ginebra y se atengan a los valores proclamados en sus constituciones. Instamos una vez más a la UE a que ofrezca canales legales y seguros para acceder a nuestro territorio, garantizando la protección de los derechos humanos y la dignidad de estas personas que huyen del terror y la desesperación.

Invitamos a la comunidad cristiana y a toda la sociedad a expresar su rechazo inequívoco a este acuerdo, que condena a todos esos seres humanos -mujeres y niños en su mayoría- a ver cercenados sus anhelos de libertad.

Como el Papa Francisco señaló en su discurso ante el Parlamento Europeo, «Europa será capaz de hacer frente a las problemáticas asociadas a la inmigración (…) si es capaz de adoptar políticas correctas, valientes y concretas que ayuden a los países de origen en su desarrollo sociopolítico y a la superación de sus conflictos internos -causa principal de este fenómeno-, en lugar de políticas de interés, que aumentan y alimentan estos conflictos. Es necesario actuar sobre las causas y no solamente sobre los efectos».

domingo, 17 de enero de 2016

"Emigrantes y refugiados nos interpelan"

Queridos diocesanos:

En la bula de convocatoria al Jubileo de la Misericordia, el papa Francisco nos recuerda que «hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre» (Misericordiae vultus, 3).

En nuestra época, los flujos migratorios están en continuo aumento: refugiados y personas que escapan de su patria para buscar una mejor condición de vida o para huir de la violencia, interpelan nuestra comodidad y trasforman el horizonte cultural y social. Lo contemplamos a diario en los medios de comunicación. Las víctimas de la violencia y de la pobreza, abandonando sus tierras de origen, sufren el ultraje de los traficantes de personas en el viaje hacia un futuro mejor. Si después sobreviven a los abusos y adversidades, deben hacer cuentas con realidades donde se anidan sospechas y temores. Además, no es raro que se encuentren con falta de normas claras que regulen la acogida y prevean su integración a corto y largo plazo.

Hoy el Evangelio de la misericordia interpela nuestras conciencias, impide que nos habituemos al sufrimiento del otro e indica caminos de respuesta que se fundan en las virtudes teologales de la fe, esperanza y caridad, concretándose en las obras de misericordia, espirituales y corporales.

La Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado de este año tiene como tema: «Emigrantes y refugiados nos interpelan. La respuesta del Evangelio de la misericordia». Los flujos migratorios son una realidad estructural y la primera cuestión que se impone es la superación de la fase de emergencia para afrontar las causas que los producen y las consecuencias que generan a las sociedades.

La indiferencia abre el camino a la complicidad cuando vemos como espectadores a los muertos por violencias y naufragios. Sea de grandes o pequeñas dimensiones, siempre son tragedias cuando se pierde la vida. Los emigrantes son hermanos nuestros que buscan una vida mejor, huyendo de la pobreza, del hambre, de la explotación y de la injusta distribución de los recursos del planeta.

La presencia de los emigrantes y refugiados interpela seriamente a la sociedad que los acoge. Por eso es necesario que la integración sea una experiencia enriquecedora para ambos, que abra caminos a las comunidades y prevenga el riesgo de la discriminación, del racismo o de la xenofobia.

Nos estimulan muchas instituciones, asociaciones, organismos diocesanos que viven el asombro y la alegría del encuentro, del intercambio y de la solidaridad. Estos han reconocido la voz de Jesucristo: «Mira, que estoy a la puerta y llamo». La respuesta del Evangelio es siempre la misericordia.

Queridos amigos, la hospitalidad vive del dar y del recibir. Que nuestros hermanos emigrantes puedan ver en nuestras manos abiertas el rostro del «Padre misericordioso y Dios de toda consolación». En la raíz del Evangelio de la misericordia, el encuentro y la acogida del otro se entrecruzan con el encuentro y la acogida de Dios: acoger al otro es acoger a Dios en persona.

Con mi bendición y afecto,

+ Jesús, Obispo de Ávila

domingo, 25 de octubre de 2015

"Fui forastero y me acogisteis (Mt 25, 35)"

Queridos diocesanos:

El drama de la inmigración que estamos viviendo en Europa merece nuestra atención y nuestra consideración a la luz del evangelio de la misericordia. El sistema económico, en el que prima el capital sobre las personas, la injusticia y la corrupción, el drama de la guerra y la violencia de grupos radicales, son razones que obligan a muchos seres humanos a ponerse en angustiosa peregrinación, buscando medios de subsistencia y provocando así un flujo migratorio. La inmigración es siempre una realidad con doble cara. El inmigrante sale de su casa y de su tierra empujado por diversos motivos y atraído por la esperanza de mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, se encuentra pronto con el dolor del desarraigo y con las dificultades para la integración en la nueva realidad, en la que espera ser acogido.

En estas circunstancias cobra una importancia especial el reto del Señor: «fui forastero y me acogisteis» (Mt 25, 35). Este desafío lanzado por Jesús, según refiere el evangelio de Mateo, está dentro de un elenco de acciones que nacen de unas entrañas misericordiosas. Acciones que caracterizan a los que obran con un corazón grande y hace realidad «la premura paterna de Dios que es solícita con todos». Dice Francisco que «el amor de Dios tiende a alcanzar a todos y a cada uno, transformando a aquellos que acojan el abrazo del Padre entre otros brazos que se abren y se estrechan para que quien sea sepa que es amado como hijo y se sienta “en casa” en la única familia humana» (Mensaje para el Día mundial del emigrante y del refugiado 2016).

Para Dios, todos los seres humanos somos sus hijos y, por tanto, hermanos. Por eso Jesús, el rey que nos juzgará al final de los tiempos cuando venga en su gloria (cf. Mt 25, 31), el Hijo de Dios entre los hijos de Dios, Hermano entre los hermanos, proclama: «En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 15, 40). Estos hermanos “más pequeños”, en la escena del juicio final, son los hambrientos, los que tienen sed, los forasteros, los que están desnudos, los enfermos, los encarcelados (cf. Mt 25, 35-36).

En el Angelus del día 6 de septiembre, el Papa nos sorprendía con una llamada a la acogida: «La Misericordia de Dios se reconoce a través de nuestras obras… Ante la tragedia de decenas de miles de refugiados que huyen de la muerte por la guerra y el hambre, y están en camino hacia una esperanza de vida, el Evangelio nos llama a ser “prójimos” de los más pequeños y abandonados. A darles una esperanza concreta. No vale decir sólo: “¡Ánimo, paciencia!..” Por lo tanto, ante la proximidad del Jubileo de la misericordia, hago un llamamiento a las parroquias, a las comunidades religiosas, a los monasterios y a los santuarios de toda Europa para que expresen la realidad concreta del Evangelio y acojan a una familia de refugiados… Recordando que Misericordia es el segundo nombre del Amor».

Queridos diocesanos, ante la propuesta del Papa, la diócesis de Ávila quiere mostrar su colaboración para hacer frente a esta catástrofe contribuyendo a prestar ayuda a los refugiados en la medida de nuestras posibilidades. Yo lo anunciaba en una nota publicada hace unas semanas. El Obispado ha encomendado a Cáritas Diocesana la coordinación de todas las acciones encaminadas a este propósito. También hago un llamamiento a todos los fieles, familias, instituciones y empresas. Ávila siempre ha dado muestras de ser una comunidad generosa con el que sufre. Ahora, es tiempo de mostrar de nuevo nuestra sensibilidad ante el drama de miles de hermanos y orar por ellos, abriendo nuestro corazón a la acogida. 

Con mi bendición y afecto, 
+Jesús, Obispo de Ávila

martes, 8 de septiembre de 2015

COMUNICADO: Ante el drama de los refugiados

La Iglesia de Ávila viene siguiendo con preocupación desde hace tiempo la dramática situación que están viviendo millones de personas en Oriente Medio, principalmente en Siria e Irak. Una verdadera tragedia que ha derivado en un éxodo masivo de refugiados buscando su supervivencia en Europa, y que ha llegado a convertirse en un gravísimo problema humanitario. El Papa se ha hecho eco de esta tragedia, haciendo un llamamiento universal.

La diócesis quiere mostrar su colaboración para hacer frente a esta catástrofe y contribuir a prestar ayuda a los refugiados en la medida de nuestras posibilidades. El Obispado de Ávila ha encomendado a Cáritas Diocesana la coordinación de todas las acciones encaminadas a este propósito. Estaremos en contacto con Cáritas Española y colaboraremos con las instituciones civiles provinciales y locales. 

También queremos hacer un llamamiento a todos los fieles, familias, instituciones y empresas. Ávila siempre ha dado muestras de ser una comunidad generosa con el que sufre. Ahora, es tiempo de mostrar de nuevo nuestra sensibilidad ante el drama de miles de hermanos nuestros que sufren la sinrazón de un conflicto armado que está cercenando sus vidas. Pedimos a toda la sociedad una actitud de generosa acogida, afecto y solidaridad con los refugiados, cada cual según sus posibilidades. En el V Centenario del nacimiento de la Santa, nos hemos propuesto la renovación interior de cada uno siguiendo sus huellas; concretamente, la fraternidad con nuestros hermanos. En esto mismo insistía el Papa Francisco en el mensaje que nos envió: “¡Cómo desearía unas comunidades cristianas más fraternas donde se haga este camino: andar en la verdad de la humildad que nos libera de nosotros mismos para amar más y mejor a los demás, especialmente a los más pobres!”