Gran sorpresa (positiva) en la clausura del Año de la
Misericordia. En la Carta Apostólica “Misericordia et misera”, presentada
como cierre del Año Jubilar, el Papa Francisco concede a todos los
sacerdotes la facultad de absolver el pecado del aborto de manera
indefinida, un permiso que había concedido únicamente durante el Año
Jubilar que concluyó ayer.
De acuerdo al derecho canónico, hasta ahora solo los obispos
y algunos sacerdotes facultados por ellos tenían la facultad de perdonar este
pecado debido a la gravedad del mismo, ya que implica acabar con la vida del
ser humano más inocente e indefenso: el no nacido.
“Para que ningún obstáculo se interponga en entre la
petición de reconciliación y el perdón de Dios, de ahora en adelante concedo
a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a
quienes hayan procurado el pecado de aborto”.
El Papa Francisco, con “Misericordia et misera” quiere
recordar que la Iglesia no puede olvidar esta actitud del cristiano
que se ha puesto más de manifiesta que nunca durante el Año Santo.
“La misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la
Iglesia, sino que constituye su misma existencia, que manifiesta y hace
tangible la verdad profunda del Evangelio. Todo se revela en la misericordia;
todo se resuelve en el amor misericordioso del Padre”, afirma al comienzo del
texto.
La concesión del Pontífice se encuentra en el punto 12 del
documento, en el que además condena de manera tajante el aborto. “Cuanto había
concedido de modo limitado para el período jubilar, lo extiendo ahora en el
tiempo, no obstante cualquier cosa en contrario”. “Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un
pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente”, afirma.
“Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar
que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y
destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse
con el Padre. Por tanto, que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora
de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial”.
Otra novedad de “Misericordia et misera” es la institución de una Jornada Mundial de los Pobres. En su ferviente interés por los más desfavorecidos, el Papa Francisco ha pedido que esta Jornada se celebre cada año el domingo anterior a Cristo Rey: "A la luz del «Jubileo de las personas socialmente excluidas», mientras en todas las catedrales y santuarios del mundo se cerraban las Puertas de la Misericordia, intuí que, como otro signo concreto de este Año Santo extraordinario, se debe celebrar en toda la Iglesia, en el XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, la Jornada mundial de los pobres. Será la preparación más adecuada para vivir la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el cual se ha identificado con los pequeños y los pobres, y nos juzgará a partir de las obras de misericordia (cf. Mt 25,31-46). Será una Jornada que ayudará a las comunidades y a cada bautizado a reflexionar cómo la pobreza está en el corazón del Evangelio y sobre el hecho que, mientras Lázaro esté echado a la puerta de nuestra casa (cf. Lc 16,19-21), no podrá haber justicia ni paz social. Esta Jornada constituirá también una genuina forma de nueva evangelización (cf. Mt 11,5), con la que se renueve el rostro de la Iglesia en su acción perenne de conversión pastoral, para ser testimonio de la misericordia".
Otra novedad de “Misericordia et misera” es la institución de una Jornada Mundial de los Pobres. En su ferviente interés por los más desfavorecidos, el Papa Francisco ha pedido que esta Jornada se celebre cada año el domingo anterior a Cristo Rey: "A la luz del «Jubileo de las personas socialmente excluidas», mientras en todas las catedrales y santuarios del mundo se cerraban las Puertas de la Misericordia, intuí que, como otro signo concreto de este Año Santo extraordinario, se debe celebrar en toda la Iglesia, en el XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, la Jornada mundial de los pobres. Será la preparación más adecuada para vivir la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el cual se ha identificado con los pequeños y los pobres, y nos juzgará a partir de las obras de misericordia (cf. Mt 25,31-46). Será una Jornada que ayudará a las comunidades y a cada bautizado a reflexionar cómo la pobreza está en el corazón del Evangelio y sobre el hecho que, mientras Lázaro esté echado a la puerta de nuestra casa (cf. Lc 16,19-21), no podrá haber justicia ni paz social. Esta Jornada constituirá también una genuina forma de nueva evangelización (cf. Mt 11,5), con la que se renueve el rostro de la Iglesia en su acción perenne de conversión pastoral, para ser testimonio de la misericordia".
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