Con ocasión de la Cuaresma el Santo Padre
Francisco nos propone reflexionar sobre un pasaje de la Carta del apóstol San
Pablo a los Corintios, que dice: «Pues conocéis la gracia de nuestro Señor
Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros
con su pobreza» (2 Cor 8, 9). ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la
invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?
«La gracia de nuestro Señor Jesucristo». Lo
primero que nos dice hoy a nosotros es cuál es el estilo de Dios. Dios no se
revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y
la pobreza. La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia,
generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las
criaturas a las que ama. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del
amado. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las
distancias. Es la lógica de Dios, la lógica del amor, la lógica de la
Encarnación y la Cruz.
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