En este Año Jubilar de la Misericordia,
el Papa Francisco nos invita a vivir la Cuaresma «con mayor intensidad, como
momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. ¡Cuántas
páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma
para redescubrir el rostro misericordioso del Padre!» (MV 17). La lectura
pausada y la reflexión de la Sagrada Escritura, el contacto con la Palabra de
Dios, nos ayudarán a vivir hondamente la misericordia del Padre. Como ejemplo,
el Papa nos invita a orar con las palabras del profeta Miqueas: «Tú, oh Señor,
eres un Dios que cancelas la iniquidad y perdonas el pecado… pues amas la
misericordia» (cf. 7, 18-19). También, las páginas del profeta Isaías podrán
ser meditadas con mayor atención en este tiempo de oración, ayuno y caridad:
«Este es el ayuno que yo deseo: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos
del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir
tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas
desnudo y no abandonar a tus semejantes. Entonces despuntará tu luz como la
aurora y tu herida se curará rápidamente; delante de ti avanzará tu justicia y
detrás de ti irá la gloria del Señor» (58, 6ss).
Otra propuesta del Santo Padre es la iniciativa “24 horas
para el Señor”, que se celebrará durante el viernes y sábado (4 y 5 de marzo)
que anteceden al IV domingo de Cuaresma. «Muchas personas están volviendo a
acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes,
quienes en una experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver
al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de
la propia vida. De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la
Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de
la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior» (MV
17).
El Papa nos recuerda cómo los confesores son un signo de la
misericordia del Padre. También los confesores somos penitentes en busca de
perdón. Los sacerdotes, por vocación, participan de la misión de Jesús y son
signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva; no
son dueños del Sacramento, sino fieles servidores del perdón de Dios. Cada
confesor, como el padre en la parábola del hijo pródigo, está llamado a abrazar
al hijo arrepentido que vuelve a casa y a manifestar su alegría por haberlo
encontrado (cf. MV 17).
Durante la Cuaresma de este Año Santo, el Papa enviará los
Misioneros de la Misericordia a diversos lugares del mundo. «Serán un signo de
la solicitud materna de la Iglesia por el Pueblo de Dios, para que entre en
profundidad en la riqueza de este misterio tan fundamental para la fe. Serán
sacerdotes a los cuales daré la autoridad de perdonar también los pecados que
están reservados a la Sede Apostólica, para que se haga evidente la amplitud de
su mandato. Serán, sobre todo, signo vivo de cómo el Padre acoge cuantos están
en busca de su perdón» (MV 18).
Queridos diocesanos, hagamos de esta Cuaresma un tiempo
oportuno para una mayor vivencia del perdón y la misericordia de Dios. Las
obras de misericordia, corporales y espirituales, pueden servirnos de examen de
conciencia y de camino de conversión. Que la celebración del sacramento de la
Reconciliación, en este tiempo de gracia, «permita a tantos hijos alejados
encontrar el camino de regreso hacia la casa paterna» (MV 18). Acerquémonos
alegres «al trono de la gracia, para alcanzar misericordia» (Hb 4, 16).
Con mi bendición y afecto.
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