“Pues el amor nos ha dado Dios,
ya no hay que temer, muramos los dos.
Danos el Padre a su único Hijo:
hoy viene al mundo en pobre cortijo.
¡Oh gran regocijo, que ya el hombre es Dios!
no hay que temer, muramos los dos”.
Queridos diocesanos:
Estos versos pertenecen a un bello poema de la Santa
festejando el nacimiento del Hijo de Dios. Con él os envío mi sincera
felicitación y mis mejores deseos para esta Navidad, de la mano de Teresa de
Jesús, en este V Centenario de su nacimiento.
En el Carmelo siempre se ha tenido una especial devoción al
Niño Jesús. Sucedió que un día, subiendo Teresa por las escaleras del
Monasterio de La Encarnación, tuvo una visión en la que se encontraba con un hermoso
niño. Sorprendida por ver un pequeño dentro de la clausura del convento, le
preguntó: “¿Y tú quién eres?” El niño le preguntó a su vez: “¿Y quién eres tú?”.
Ella respondió: “Yo, Teresa de Jesús”, a lo que el niño, sonriendo, afirmó: “Pues
yo soy Jesús de Teresa”. La Santa llevó siempre en sus viajes una imagen del
Divino Niño, y en cada casa de su comunidad mandó tener y honrar una imagen del
Niño Jesús que ella misma dejaba como regalo al despedirse.
El ejemplo de humildad de Jesús, que siendo todo quiso nacer
pobre entre los pobres, nos lleva a replantear nuestro estilo de vida. “Pues si
es Dios ¿cómo ha querido estar con tan pobre gente?”, se preguntaba la Santa en
otro de sus poemas. Verdaderamente, Cristo nos muestra que el camino a la
felicidad pasa por la austeridad y la fraternidad. También Santa Teresa
insistía a sus hijas a seguir este camino, como nos recordaba el Papa en su
mensaje para este Año Jubilar: “No recomienda Teresa de Jesús muchas cosas,
simplemente tres: amarse mucho unos a otros, desasirse de todo y verdadera
humildad, que «aunque la digo a la postre es la base principal y las abraza
todas» (Camino 4,4). ¡Cómo desearía, en estos tiempos, unas comunidades
cristianas más fraternas donde se haga este camino: andar en la verdad de la
humildad que nos libera de nosotros mismos para amar más y mejor a los demás,
especialmente a los más pobres!”
Seguimos padeciendo los efectos de una crisis que dura
demasiado tiempo, generando una realidad social marcada por la desesperanza. Muchos
vecinos nuestros siguen careciendo de trabajo, de recursos económicos, se destruyen
sus familias, sufren carencias materiales y espirituales. Quiero que sepáis que
vuestro dolor es también el mío, y que rezo por cada uno de vosotros; os envío
mi apoyo solidario y fraterno y este mensaje de esperanza que nos trae la luz
de Jesús en la Navidad. El gesto de la Iglesia, ofreciendo unas viviendas para
familias desamparadas en esta navidad, es un camino de esperanza.
Para que esta situación cambie es necesaria una “regeneración
moral a escala personal y social y con ella la recuperación de un mayor aprecio
por el bien común, que sea verdadero soporte para la solidaridad con los más
pobres y favorezca la auténtica cohesión social de la que tan necesitados
estamos”, afirma la última nota de la Conferencia Episcopal. Ciertamente, nos
entristecen las conductas moralmente reprochables, alejadas del ser humilde y
fraterno del Niño de Belén. “La ejemplaridad de los responsables políticos,
sociales, económicos y eclesiales, constituirá siempre un elemento
imprescindible para lograr una justa sociedad civil y una verdadera comunidad
eclesial”, continúa la nota de la Conferencia Episcopal. ¡Cuánto bien nos haría
una verdadera revolución de las virtudes morales, en cada uno de nosotros
y en las instituciones!
Queridos amigos: os propongo salir al encuentro del amor
misericordioso de Dios, que nos trae la salvación. Con Santa Teresa, abramos
bien los ojos para contemplar la grandeza de la humildad y la belleza de la
pobreza que nos muestra Jesús en el pesebre. Aquel que, siendo sólo santidad,
quiso asumir nuestra débil naturaleza, nos trae la paz y la luz de la que tan
necesitados estamos. Que la Palabra de Vida ilumine nuestros temores y
desánimos, y los transforme en esperanza
capaz de encontrar respuesta a las situaciones más complejas.
Con todo mi afecto, ¡Feliz Navidad!
+ Jesús García Burillo, Obispo de Ávila
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