El adviento es para los cristianos un tiempo de espera, un
camino de esperanza que nos hará gritar desde el corazón como humildes
peregrinos: ¡Marana-tha! ¡Ven, Señor Jesús! Es como si quisiéramos llamar a
Dios con tantos nombres diferentes: “Oh Sabiduría, Vara de Jesé, Llave de
David, Sol naciente, Estrella radiante de la mañana, Rey de la gloria”. Así
ponemos de manifiesto nuestra esperanza y la esperanza de todos los pueblos:
¡Ven! el mundo te espera, te necesita. Dice Papa Francisco “La Iglesia es como
María “está en espera de un parto”. En su corazón la Virgen sentía lo que
sienten todas las mujeres en ese momento” tan especial: esas percepciones
interiores en su cuerpo y en su alma, y en su corazón decía seguramente al niño
que llevaba en su seno: “¡ven!, quiero mirarte a la cara porque me han dicho
que serás grande” (H 23/XII/2013) Nuestra alma se asemeja a María, está en
espera por la venida del Señor.
Al comenzar el Adviento del V Centenario quisiera proponeros
tres formas de vivir la esperanza con Santa Teresa.
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