Celebramos con júbilo la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, fiesta del misterio eucarístico. En él ha querido quedarse el Señor y por eso, asombrados, lo alabamos, le bendecimos y le damos gracias. Lo tenemos muy cerca de nuestros hogares, de nuestros lugares de trabajo; distinguimos por todas partes la silueta de un campanario y sabemos que allí, en el sagrario, Cristo mismo está presente. Jesús nos espera en silencio y ofrenda permanente.
San Juan Pablo II en su carta Dominicae Cenae nos decía: «el culto eucarístico constituye el alma de toda la vida cristiana. En efecto, si la vida cristiana se manifiesta en el cumplimiento del principal mandamiento, es decir, en el amor a Dios y al prójimo, este amor encuentra su fuente precisamente en el Santísimo Sacramento, llamado generalmente Sacramento del amor.»
Jesús Sacramentado sale hoy a nuestro encuentro. Nuestra querida ciudad de Ávila y otras muchas localidades de nuestra Diócesis celebraremos la tradicional procesión del Corpus Christi. El mismo Jesús, que recorrió los caminos de Galilea, en esta fiesta recorrerá las calles de nuestra ciudad.
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