La Semana Santa es un tiempo que nos ofrece
continuas oportunidades para contemplar las imágenes de la pasión y muerte de
nuestro Señor. En cada rincón se nos
invita a la escucha de la Palabra de Dios, a la participación en la Cena del
Señor, a la adoración de su Cruz y a gritar el Aleluya en día de la Pascua de
Resurrección. Vivimos así unos días donde las celebraciones se multiplican y
también las procesiones penitenciales.
Pero esta Semana Santa es especial porque se enmarca dentro del Año de
la Fe, que estamos celebrando desde el pasado octubre por expreso deseo del
Santo Padre, y que supone una oportunidad para reflexionar sobre su
centralidad, fortalecerla y profundizarla, tanto en el espacio personal como
comunitario. “La puerta de la
fe, que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su
Iglesia, está siempre abierta para nosotros”, dice Benedicto XVI en su
Carta Apostólica "Porta Fidei". La puerta siempre está abierta, pero
este año se nos invita a entrar por ella para purificar nuestra fe,
revitalizarla y vivirla y proclamarla de un modo nuevo.
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