El próximo 15 de octubre, festividad de Santa Teresa de Jesús, está prevista la apertura oficial en la diócesis del Año de la Fe, propuesto por el Santo Padre Benedicto XVI. Será en el transcurso de la Misa Mayor de la fiesta de La Santa, en la S.A.I. Catedral del Salvador, presidida por el Sr. Obispo.
Unos días antes, se habrá realizado la apertura solemne para toda la Iglesia Universal. Será concretamente, el 11 de octubre, coincidiendo con el 50 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.
¿Qué significa la celebración de un Año de la Fe?
En octubre del pasado
año 2011, Benedicto XVI anunció la proclamación de un Año de la Fe para
conmemorar el 50 aniversario del Concilio Vaticano II, así como el 20º
aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica.
Durante este tiempo, que se prolongará desde este 11 de
octubre hasta el 24 de noviembre de 2013 (solemnidad de Jesucristo, Rey del
Universo), se pretende “volver a evocar
la belleza y la centralidad de la fe, la exigencia de fortalecerla y
profundizarla tanto a nivel personal como comunitario”, como nos ha pedido
el Santo Padre.
No es la primera
vez en la historia de la Iglesia que se convoca un Año de la Fe. En 1967, Pablo VI
convocó otro. Sin embargo, el motivo es distinto. Pablo VI lo concibió como un
momento solemne para que toda la Iglesia profesase la fe recibida de los
Apóstoles, razón por la cual concluyó con la “Profesión de fe del
Pueblo de Dios”. El motivo por el que Benedicto
XVI convoca ahora un Año de la Fe es la profunda crisis de fe que afecta a
amplísimos sectores de la sociedad y de la misma Iglesia. Lo
explica con claridad al comienzo de la Carta Apostólica
Porta Fidei, con la que convoca dicho Año. No
podemos pensar, señala, que “la fe es un
presupuesto obvio de la vida común” y, por ello, que los cristianos deban
preocuparse “mucho de las consecuencias
sociales, culturales y políticas de su compromiso”. Ese presupuesto no sólo
no aparece sino que, con frecuencia, es negado. Si antes era posible reconocer “un tejido cultural unitario”
ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe, “hoy no parece que sea así en vastos
sectores de la sociedad, debido a una profunda crisis de fe que afecta a muchas
personas”.
Para ello,
Benedicto XVI quiere servirse de dos grandes instrumentos: los textos del
Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica. Piensa
el Papa que son dos valiosísimos instrumentos para conocer los contenidos de la
fe en su integridad y para llegar a “redescubrir
la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe”.
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