La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos de este
año tiene lugar en la conmemoración del 500 aniversario de la Reforma
protestante. El 31 de octubre de 1517 el monje agustino alemán Martín Lutero
clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg, comenzando
un proceso que se llamó la Reforma protestante, que llevó tristemente a la
división del cristianismo occidental.
La labor que lleva a cabo la Comisión Luterano-Católico
Romana sobre la Unidad se ha plasmado en el documento llamado “Del conflicto a
la comunión”. Esta Comisión ha impulsado el reciente viaje apostólico del papa Francisco
a Suecia. En la catedral luterana de Lund, el papa y el obispo Munib Yunan,
presidente de la Federación Luterana Mundial, firmaron el pasado 31 de octubre
una declaración conjunta que afirmaba, entre otras cosas, lo siguiente:«Aunque estamos agradecidos profundamente por los dones
espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma, también reconocemos
y lamentamos ante Cristo que luteranos y católicos hayamos dañado la unidad
visible de la Iglesia. Nuestra fe común en Jesucristo y nuestro bautismo nos
piden una conversión permanente, para que dejemos atrás los desacuerdos
históricos y los conflictos… Rechazamos de manera enérgica todo odio y
violencia, pasada y presente, especialmente la cometida en nombre de la
religión. Reconocemos que somos liberados por gracia para caminar hacia la
comunión, a la que Dios nos llama constantemente».
En este espíritu celebramos este año la Semana de Oración
por la Unidad de los Cristianos, para orar por la plena unidad visible de la
Iglesia según el deseo del Señor. El lema de esta Semana de oración se inspira
en san Pablo (2 Cor 5, 14-20): «Reconciliación. El amor de Cristo nos apremia».
El Apóstol habla de la obra reconciliadora de Dios por medio de la muerte de
Jesucristo y del cambio que se produce en los que viven «en Cristo»; estos se
transforman en una nueva criatura, mientras la gracia de Dios y el amor de
Cristo nos apremia a ser embajadores de reconciliación.
El año transcurrido ha estado repleto de acontecimientos ecuménicos
en la Iglesia, lo que demuestra que la unidad de los cristianos es una de las
prioridades del Papa Francisco. Recordemos el viaje del santo padre a la isla
griega de Lesbos el pasado mes de abril, recibido por Su Santidad Bartolomé, patriarca
ecuménico de Constantinopla; su viaje a Armenia en el mes de junio,
participando en la divina liturgia en Echmiadzín y firmando una declaración
conjunta con Su Santidad Karekin II, patriarca supremo de todos los armenios;
su difícil viaje a Georgia en el mes de septiembre y el encuentro con Su Santidad
y Beatitud Elías II, patriarca de toda Georgia.
Queridos diocesanos, hoy, muchos de los que padecen el
terrorismo, la violencia y la guerra son cristianos de distintas confesiones
que viven en regiones que fueron la cuna del cristianismo, en las que durante
siglos hubo una convivencia pacífica y mutuamente enriquecedora entre personas
de distintas religiones. Es el «ecumenismo de la sangre» del que habla
Francisco. El siglo XX fue un siglo de mártires, testigos de la misericordia en
un mundo inmisericorde, de inocentes que entregaron su vida como el Cordero sin
mancha que quita el pecado del mundo. La Iglesia hace un llamamiento para que
cese la persecución de los cristianos y para socorrer a estos hermanos nuestros
que sufren. Abramos el corazón a la reconciliación que nos trae el Señor y
seamos instrumentos de misericordia y de paz en lo cotidiano de nuestra vida.
Que la Oración por la Unidad de los Cristianos impulse
nuestro camino hacia la plena unidad visible de Iglesia de Cristo y nuestro
compromiso a favor de la reconciliación y de la paz.
Os saludo a todos con afecto,
+ Jesús, Obispo de Ávila
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