La Hermana Paloma, con su equipación de voluntaria del V Centenario |
Este mes de enero arranca en la práctica la Misión Diocesana a la que hemos sido convocados por nuestro Obispo. Y será el Arciprestazgo del Valle del Tiétar el pionero en llevarla a cabo. Por eso, hemos querido conocer, de la mano de la Hermana Paloma (una de las personas que más ha seguido de cerca el proceso de puesta en marcha de este gran proyecto para el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa), a qué nos referimos exactamente cuando hablamos de "estar en Misión".
Empezamos por el lema: “Ya es tiempo de caminar”. Se trata de una de las últimas frases que pronunció Santa Teresa antes de fallecer. Es una manera de apremiar a todos a ponernos en marcha en la diócesis.
Nos invita a ponernos en salida. Igual que hace constantemente nuestro Papa Francisco. Nos está llamando a ser una Iglesia que salga a buscar a aquellos que no vienen, e incluso a aquellos que, a veces por culpa nuestra, han dejado de tener contacto con la Iglesia. Nos invita, en definitiva, a ponernos en marcha, a salir de nuestro inmovilismo y nuestra comodidad, del “siempre se ha hecho así”, para buscar caminos nuevos de encuentro con la gente y de difusión del Evangelio.
Lo que muchas veces hemos señalado como el camino hacia la Nueva Evangelización. Conviene recordar, para que todos lo tengamos muy presente, el concepto de Misión. ¿Qué es lo que vamos a vivir en la diócesis en los próximos meses?
Lo que pretende esta Misión Diocesana es una llamada a ser conscientes de que todos somos misioneros. No está llamada a ser una Misión popular, como se viene haciendo desde hace algunos años en la Iglesia. Aquí se trata de que cada cristiano renueve su vocación y su llamada a ser misionero en su ambiente, a salir, a buscar, a difundir el Evangelio, con nuestra vida, en nuestro ambiente cotidiano, en nuestro trabajo. Y esa es la esencia: no vamos a llamar a misioneros de fuera, sino que queremos despertar al misionero que hay en cada cristiano, sólo por el hecho de ser bautizado.
Porque a veces no es necesario irse a los países considerados tradicionalmente “de misión” para emprender esta tarea evangelizadora. También hemos de hacerla en nuestro entorno.
Claro que sí. Tenemos que ser conscientes de que estamos acostumbrados a una evangelización de cristiandad, que da por supuesto que la gente bautizada es gente creyente que vive su fe. Pero nos damos cuenta de que nuestra tierra y nuestro ámbito más cercano también necesitan esta misión. Porque, o bien han recibido el Bautismo y no lo viven o no son conscientes de esa riqueza y ese regalo que han recibido, o bien por diversos motivos en el transcurso de su vida han alejado sus pasos de la Iglesia. Y vemos que viven como si Dios no existiera, obviando su presencia. Por eso, nuestra gran tarea es ayudar a que descubran la gran belleza que encierra en sí mismo el Bautismo. Por eso, nuestras parroquias también son “tierra de misión”.
Para ello, cada arciprestazgo va a proponer una semana misionera diferente, centrándose en su propia realidad. Pero siempre con elementos comunes entre todas. Yendo a lo concreto, ¿cómo se va a desarrollar esta misión?
La semana misionera será una semana en la que se hace presente la vida de la Iglesia y la vida de la comunidad parroquial en cada pueblo, en cada arciprestazgo; una semana de anuncio del Evangelio, especialmente teniendo en cuenta a los alejados, a aquellos que no vienen a la Iglesia; no esperando que la gente vaya a la parroquia, sino saliendo a buscarlos. Será una semana intensa, con muchas actividades. Cada arciprestazgo ha escogido la opción que le ha parecido más oportuna. Eso sí, la base para todos ellos será una oración intensa de la comunidad parroquial por aquellos que no vienen, pidiendo al Señor que infunda el Espíritu que despierte el corazón de aquellos que se encuentran más lejos de la vida de la fe. Junto a esa oración, estará la acción; una acción misionera, de salida. En cada pueblo, en cada parroquia, se concretará de una manera diferente: yendo por las casa, saliendo a los lugares públicos, organizando algún evento que congregue a la parroquia en algún sitio diferente, para que la gente se anime a participar y el mensaje llegue a más personas.
La semana misionera terminará siempre con una gran renovación de las promesas del Bautismo para todos aquellos que hayan recibido el anuncio del Evangelio en esos días y se quieran animar a participar, y también para los misioneros que han participado y han revitalizado su fe anunciándola a los demás. Porque la fe crece cuando la das a los demás.
Hay, además, otro tipo de semana misionera más concreta.
Otros arciprestazgos realizarán una especie de peregrinación a la ciudad de Ávila y recorrer aquí los lugares teresianos. Animarán a participar en esta peregrinación a gente del pueblo, que normalmente no participa de la vida de la parroquia. Se utilizaría, por tanto, el recurso cultural de la visita a estos lugares teresianos con motivo de el V Centenario para hacer una evangelización más directa a esas personas que no suelen participar en actos de culto.
Y la Misión concluye con otra gran peregrinación.
El 19 de septiembre, todas las parroquias peregrinarán a Ávila para dar gracias por los frutos de la Misión
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