lunes, 17 de febrero de 2014

El Obispo de Ávila realiza la Visita Ad Limina al Santo Padre del 24 de febrero al 3 de marzo

Primera visita del Obispo de Ávila al Papa Francisco
(mayo 2013)
El Obispo de Ávila, Mons. Jesús García Burillo, visitará al Papa Francisco en Roma del 24 de febrero al 3 de marzo. Se trata de la llamada Visita Ad Limina Apostolorum que realizan todos los Obispos españoles al Santo Padre. Mons. García Burillo realizará la visita en el primer turno, puesto que la diócesis abulense pertenece a la provincia eclesiástica de Valladolid; en ese primer turno también realizarán la Visita Ad Limina los otros 43 obispos pertenecientes a las provincias eclesiásticas de Burgos, Pamplona, Zaragoza, Madrid, Toledo, Mérida-Badajoz, Valencia, y el Arzobispo Castrense de España. Habrá un segundo grupo de 39 obispos que visiten al Papa entre el 3 y el 8 de marzo. Durante la Visita, los obispos tendrán ocasión también para encontrarse con los responsables de los distintos Dicasterios de la Curia Romana. 

Asimismo, se ha anunciado esta mañana desde la Conferencia Episcopal que el lunes 3 de marzo, día en el que coinciden en Roma los dos grupos de obispos, tendrá lugar la Audiencia con el Santo Padre de toda la Conferencia Episcopal Española (esto es, de todos los obispos españoles), en la que además están previstas unas palabras del Presidente de la CEE, Cardenal Rouco Varela, y un discurso del Papa Francisco a los obispos españoles.

La última Visita Ad Limina tuvo lugar del 17 de enero al 6 de marzo de 2005. No pudo completarse, debido al empeoramiento de la salud del Papa Juan Pablo II. Durante su pontificado, Benedicto XVI viajó tres veces a España (2006, 2010 y 2011) y no se realizó ninguna Visita Ad Limina de los obispos españoles.

QUÉ ES UNA VISITA AD LIMINA
La Visita ad limina Apostolorum es un acto eclesial que permite al Pontífice recibir a los pastores de las Iglesias particulares de los diferentes países y tratar con ellos todo lo que respecta a la misión de la Iglesia. La frase “Ad limina Apostolorum “puede traducirse por: “ponerse en camino hacia la casa de los Apóstoles”. La visita al Sucesor de Pedro, es decir, al Papa, es una forma de vivir en unidad, de permanecer en unidad la Iglesia universal, es un servicio a la comunión de la Iglesia.

Esta Visita tiene una gran trascendencia para la Diócesis. En primer lugar hay que decir que la Visita se prepara con mucha antelación y con mucho trabajo. Cada Iglesia particular envía a la Santa Sede abundantes y concretos datos sobre los organismos diocesanos y las tareas pastorales que se realizan en ella: sobre la vida litúrgica y sacramental, sobre la educación católica y la catequesis, sobre el ministerio sacerdotal, la vida consagrada y la vida de los laicos, sobre la pastoral familiar, etc. Esta Relación sobre el estado de la Diócesis se envía, previa a la Visita, a la Nunciatura Apostólica, que, a su vez, la remite a la Congregación para los Obispos, que la leen y refieren su contenido al Santo Padre. Durante los días de la Visita, el Papa recibe a los obispos en un encuentro personal y en grupos. En esos encuentros cada obispo presenta brevemente el estado de la diócesis, respondiendo a las eventuales preguntas del Papa. De acuerdo con las disposiciones del Directorio para las Visitas ad limina, además del encuentro personal y colectivo con el Santo Padre, los obispos deberán entrevistarse también con los diversos organismos de la Curia Romana, es decir, congregaciones, consejos pontificios, etc

Los actos fundamentales de la Visita son tres: la peregrinación a la tumba de los Apóstoles, el encuentro personal con el Santo Padre, y los encuentros con los Dicasterios u organismos de la Curia Romana.

El encuentro de cada Obispo con el Santo Padre se realiza en el día y hora que señale la Prefectura de la Casa Pontificia. Se trata de un coloquio personal en el cual, el Obispo, expone sintéticamente la vida de la Diócesis, su funcionamiento, las dificultades, cómo se está llevando la evangelización, también la relación de la Diócesis con las instituciones civiles y de otras religiones; y también, el Obispo  puede responder a las preguntas que el Papa le realice. Es una entrevista necesariamente breve, que no suele superar los quince minutos. Al entrevistarse oficialmente con el Romano Pontífice, el Obispo manifiesta su profunda relación con aquella persona que ha sido llamada a ejercer el primado, como Cabeza visible de la Iglesia. Es una relación de comunión jerárquica afectiva y efectiva.

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