En nuestro camino hacia el V Centenario del nacimiento
de santa Teresa de Jesús y porque hemos festejado ayer a nuestro querido san
Juan de la Cruz, me gustaría que reflexionáramos brevemente sobre la relación
personal que tuvieron estos dos grandes místicos abulenses.
Dos castellanos universales, maestros del espíritu,
doctores de la Iglesia. Con sus testimonios y escritos muestran el camino que
conduce a la santidad: la experiencia de Dios. Teresa de Jesús y Juan de la
Cruz compartieron la hermosa y sacrificada misión de renovar, desde la
radicalidad de su carisma, no sólo la Orden del Carmen ofreciendo un nuevo
camino en la vida religiosa, sino también un nuevo horizonte evangelizador para
la Iglesia universal. Teresa como fundadora, y Juan como colaborador fiel y
primera piedra en la rama masculina.
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