Sebastián Gil, párroco del ICM y Arcipreste de Ávila, animando a los presentes a guardar silencio en la concentración |
En la vigilia, se leyó además el siguiente comunicado:
“Las gozos y esperanzas, las tristezas y
angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de
cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los
discípulos de Cristo”. Esta afirmación del
Concilio, y la mirada a la realidad de nuestra ciudad, son las que nos mueven a
las parroquias Ávila, a realizar esta acción que manifieste nuestra
preocupación por la situación actual de nuestra gente.
Miramos la realidad con ojos de creyentes: desde las siguientes convicciones:
- Jesucristo es la fuerza
transformadora definitiva del hombre.
- El anuncio del Evangelio a los
pobres es señal de presencia del reino de Dios.
- Para la iglesia el servicio a los
pobres es expresión de su propia esencia, igual que el anuncio de la palabra y
la celebración de los sacramentos.
En esta víspera del
Corpus adoramos a Cristo en la Eucaristía y en los pobres que sufren los
efectos de la crisis. Por todo ello denunciamos:
- Una situación que
despoja de dignidad a tantas personas que se ven avocadas a vivir en los
límites mínimos de la supervivencia, sin acceso al trabajo, que es lugar y
medio de realización de la persona e instrumento para acceder a los bienes
básicos.
- Una situación de
inseguridad en la que muchas personas ven amenazada incluso su vivienda en aras
a un mercantilismo que pagan las más débiles, arrolladas por unas condiciones económicas
impuestas de forma engañosa.
- Una sociedad que
está perdiendo la esperanza en un futuro, en la que la mayor parte de nuestros
jóvenes ven truncadas sus expectativas de futuro laboral, y por esta misma
causa, familiar y social.
Ante estas situaciones nuestras opciones deben ser:
- Esforzarnos en descubrir el rostro
de Cristo en los pobres, mirándolos como él lo haría.
- Una mirada que lleve al
compromiso, no porque parece que es lo que toca, como solución estética, sino
porque los pobres son los primeros en el Reino de Dios.
- Una actitud permanente que se
manifieste en gestos concretos, evitando paternalismo, no son nuestros pobres,
sino “nuestros compañeros de camino”.
- Desde la cercanía que lleve a
comprometer nuestro afecto por los más necesitados: mirarles a los ojos, tocar
sus manos, caminar con ellos.
- Desde la solidaridad que brota de
la fe en Cristo presente en los pobres: actitud permanente de hermandad, gestos
visibles y concretos y cambios de muchos de nuestros hábitos y actitudes
insolidarios.
Ante estas realidades os invitamos:
- A suscitar esperanza desde la
propia conversión personal.
- A un compromiso activo en la
búsqueda de la verdad profunda sobre el hombre y la sociedad actual para
superar tantas desigualdades económicas y sociales que claman al cielo.
- En nuestra vida personal buscar la
sencillez, y que esta austeridad
favorezca una mayor participación en la acción caritativa de las parroquias.
- Desde nuestras responsabilidades
en nuestra sociedad, luchar por cambiar las estructuras injustas que no
reconocen como prioridad absoluta al hombre y su dignidad como Hijo de Dios, unas
estructuras que anteponen el poder del dinero, y convierten al hombre en objeto
de explotación deshumanizándolo: de estas estructuras de pecado seremos
responsables en la medida en que no luchemos por cambiarlas.
Cristo, presente en la Eucaristía y en el pobre ha
anticipado la victoria final. Victoria que se abre camino desde nuestra
conversión personal y nuestro compromiso activo en la sociedad.
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