Una noticia que ha causado una honda impresión. Así
calificaba el Obispo de Ávila, Mons. Jesús García Burillo, la renuncia que ha
hecho pública esta mañana el Santo Padre por encontrarse sin fuerzas. Un
anuncio que le ha llegado por sorpresa, cuando se encontraba participando en
las jornadas de la Formación Permanente del Clero que, como cada lunes, se
llevan a cabo en la Casa diocesana de Ejercicios. Allí, los móviles comenzaron
a sonar poco después de las 12 del mediodía, y el medio centenar de sacerdotes
que allí se encontraban se mostraban tremendamente sorprendidos por la noticia.
Mostraba el prelado abulense el gran afecto que todos
profesamos por Benedicto XVI, al que reconocía la grandeza de haber tomado “una
decisión tan grande, con grandes efectos para la Iglesia”, así como la humildad
que también ha manifestado durante todo su pontificado. Por otro lado, ha
querido pedir a toda la diócesis “que ore intensamente por él, que ore por
la Iglesia”, y que nos pongamos en manos de Dios, que es quien verdaderamente
guía la Historia, y quien nos da confianza.
Asimismo, la providencia ha querido que en el día en el que
el Papa comunicaba esta trascendental decisión, se encontrara en nuestra ciudad
el teólogo abulense Olegario González de Cardedal, amigo personal de Joseph
Ratzinger desde su etapa en la universidad. Él era quien estaba
impartiendo la conferencia de hoy de la Formación Permanente del Clero. Quería
recordar la última vez que se vieron, y cómo le impresionó aquel encuentro: “Me
quedé conmovido porque, a diferencia de las fases anteriores, comprobé que era
un hombre mayor, con esa sensación y figura de hombre cansado, angustiado,
Normal, si uno recuerda las grandes decisiones, problemas y disgustos que ha
vivido en los últimos tiempos”. D. Olegario comentaba también que, desde
el punto de vista teológico, “es un hecho perfectamente normal,
absolutamente asumible”. Terminaba sus declaraciones dando gracias a Dios por
haber tenido un Papa como Benecicto XVI, y afirmaba esperar confiadamente a su
sucesor.
DECLARACIONES DE MONS. JESÚS GARCÍA BURILLO, OBISPO DE ÁVILA
“La noticia la hemos recibido con una honda impresión, por
el gran afecto que le tenemos. Y naturalmente, si él ha tomado esta decisión es
porque se ha visto en la necesidad; en necesidad ante Dios, en necesidad ante
la Iglesia. Reconocemos en ella, por una parte, la grandeza de una decisión tan
grande, con grandes efectos para la Iglesia; pero por otro lado, de una gran
humildad, como ha manifestado también durante todo este tiempo. Yo le pido a
toda la diócesis que ore intensamente por él, que ore por la Iglesia. Y nos
ponemos en manos del Señor, que es el que verdaderamente guía la Historia y
guía la historia de la Iglesia. De eso estamos seguros, y por eso tenemos
confianza, y por eso tenemos la seguridad de seguir en las manos de Dios, y
también naturalmente en la colaboración de todos”.
DECLARACIONES DE OLEGARIO GONZÁLEZ DE CARDEDAL, TEÓLOGO
ABULENSE, AMIGO PERSONAL DEL SANTO PADRE
“La noticia me ha encontrado hablando de la eclesiología del
Vaticano II, de la Lumen Gentium, del lugar de los obispos y del lugar del
Papa. La noticia es impresionante, por razones objetivas: que la máxima
autoridad de la Iglesia católica realice el gesto fundamentalmente nuevo en la
era moderna de renunciar me parece de una grandeza de alma y a la vez de una
humildad de alma, que son las que le han guiado hasta ahora. Personalmente, yo
la última vez que le he visto, que hablé con él, fue en la entrega de los
“Premios Ratzinger”. Me quedé conmovido porque, a diferencia de las fases
anteriores, comprobé que era un hombre mayor, con esa sensación y figura de
hombre cansado, angustiado, Normal, si uno recuerda las grandes decisiones,
problemas y disgustos que ha vivido en los últimos tiempos. Por otro lado,
desde el punto de vista teológico, dogmático, es un hecho perfectamente normal,
absolutamente asumible, y que revela que la Iglesia es llevada por hombres,
pero no sólo por hombres. Más allá de ellos es la figura permanente de Cristo y
la acción del Espíritu, y la gracia y libertad de quienes la formamos. Y, en
ese sentido, damos gracias a Dios por haberle tenido, y confiadamente esperamos
a su sucesor”.
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