Noticia extraía de Diario de Ávila, en su edición del jueves 30 de agosto de 2012
El III Congreso Internacional Teresiano celebrado en el Cites y que esta
dedicado al Libro de Las Fundaciones, contó con la presencia del obispo de
Ávila, Jesús García Burillo, que protagonizó la conferencia ‘La relación de
Teresa con la jerarquía: su espíritu eclesial’.
Minutos antes de exponer sus
ideas explicaba que con su ponencia pretendía «situar a Santa Teresa en su
actitud de obediencia y de servicio a la Iglesia, como miembro a la Iglesia.
Actitud de obedecer, entendiendo que obedecer es amar, no es que nos pongan el
pie en el cuello, es amar, y cuando se ama se obedece, cuando quieres a alguien,
adivinas lo qué quiere. Este es el espíritu de obediencia de Santa Teresa».
Y
es en esta actitud es en la que se sitúa Santa Teresa en relación a la jerarquía
de la Iglesia, dentro de la reforma del Concilio de Trento, en su caso con
«mucha relación con el obispo de Ávila, donde fundó San José» y donde, comenta,
tuvo más trabajo porque era el momento de empezar y era «muy complicado», por lo
que encontró en el obispo, Álvaro de Mendoza, a la persona que «ayudaba,
acogía», aunque también tuvo el permiso de Roma. La relación entre el obispo y
Santa Teresa era cercana, «ella naturalmente le quería, estaba siempre pendiente
de presentarle sus cosas, le pidió siempre ayuda para otras fundaciones, fue una
relación en la que se unieron dos fuerzas para servir a la Iglesia y hacer una
gran reforma».
Pero todo dentro de un contexto en el que se mostró como «una
monja muy obediente; se necesitaban las licencias de los obispos, a veces
también de padre superior y en cada una de ellas fue meticulosamente pidiendo
las licencias necesarias para poder fundar, desde la primera aquí hasta la
última». Y todo ello a pesar de que «en ocasiones fue un camino dificultoso
porque a veces los obispos tenían sus precauciones».
Por otra parte también
está la relación de Santa Teresa con la Santa Sede, desde donde se conocía a la
«madre Teresa» porque allí pedía ella la autorización y allí tenían informes y
hacían las concesiones. «La de aquí (por San José, primera fundación de Santa
Teresa), fue así de sencillo, ella no lo pidió directamente, lo hizo doña
Guiomar y su madre apoyadas por San Pedro de Alcántara y varios dominicos. Se
solicita por escrito y por escrito les vienen las patentes y así es como se
hizo», señala.
Todo ello dentro de un marco en el que no solo en España y en
el Carmelo había «un deseo de reforma» sino que existía también en Europa y era
parte de todos los religiosos, con un «movimiento de reforma muy en consonancia
con el Concilio de Trento».
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