“Pues el amor nos ha dado Dios,
ya no hay que temer, muramos los dos.
Danos el Padre a su único Hijo:
hoy viene al mundo en pobre cortijo.
¡Oh gran regocijo, que ya el hombre es Dios!
no hay que temer, muramos los dos”.
Queridos diocesanos:
Estos versos pertenecen a un bello poema de la Santa
festejando el nacimiento del Hijo de Dios. Con él os envío mi sincera
felicitación y mis mejores deseos para esta Navidad, de la mano de Teresa de
Jesús, en este V Centenario de su nacimiento.
En el Carmelo siempre se ha tenido una especial devoción al
Niño Jesús. Sucedió que un día, subiendo Teresa por las escaleras del
Monasterio de La Encarnación, tuvo una visión en la que se encontraba con un hermoso
niño. Sorprendida por ver un pequeño dentro de la clausura del convento, le
preguntó: “¿Y tú quién eres?” El niño le preguntó a su vez: “¿Y quién eres tú?”.
Ella respondió: “Yo, Teresa de Jesús”, a lo que el niño, sonriendo, afirmó: “Pues
yo soy Jesús de Teresa”. La Santa llevó siempre en sus viajes una imagen del
Divino Niño, y en cada casa de su comunidad mandó tener y honrar una imagen del
Niño Jesús que ella misma dejaba como regalo al despedirse.