Teresa pasó
paulatinamente desde una devoción superficial a la Santísima Virgen hasta
introducir su presencia en lo hondo de su vida espiritual y en su oración.
Entre las gracias singulares que recibió Teresa, algunas estuvieron
directamente relacionadas con la Santísima Virgen. Concretamente, obtuvo dos
gracias de María: el don de una pureza total y una vestición por parte de nuestra
Señora, que le anunciaba el hecho de que sería madre de una nueva familia, el
nuevo Carmelo reformado. Así lo cuenta la Santa: «Parecióme, estando así (en
arrobamiento grande) que me veía vestir una ropa de mucha blancura y claridad,
y al principio no veía quien me las vestía. Después vi a nuestra Señora hacia
el lado derecho y a mi padre San José al izquierdo, que me vestían aquella
ropa… Acabada de vestir, y yo con grandísimo deleite y gloria, luego pareció
asirme de las manos nuestra Señora… Era grandísima la hermosura que vi en
nuestra Señora… Parecíame nuestra Señora muy niña» (V 33, 14).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta esta noticia. ¡Gracias!